Un proyecto
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Darkness Kingdom :: Ocio :: Literatura
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Un proyecto
aqui os dejo un boceto que hice hace mucho tiempo sobre el proyecto que ahora estoy escribiendo, mas adelante cuando termine de retocarlo subire para que veais como esta quedan mientras tanto podeis leer lo que escribi hace un año.
Capitulo 1: El despertar.
Las nubes se arremolinaban en el cielo, lanzando de vez en cuando algún que otro relámpago seguido segundos después de un estruendoso trueno, una fila de veinte personas caminaban atadas con cadenas, junto a ellos montados sobre sendos caballos unos hombres armados apremiaban su marcha, golpeando a los rezagados con el mango de la lanza.
Entre gritos e insultos degradaban a los pobres, sus ropas estaban destrozadas y la mugre cubría sus rostros, en la fila viajaba un chiquillo que clavaba su mirada en el suelo mientras intentaba no escuchar los insultos que le dirigían, rezando a Beriant, porque pusiera fin a su tormento, de vez en cuando alzaba su mirada para contemplar el desolado paisaje que los rodeaba.
Oculto entre la maleza un hombre examinaba la columna, en su mano empuñaba una espada de grandes dimensiones y maldecía por lo bajo a los hombres armados, nadie merecía tal castigo, la esclavitud, era algo que nadie por muy malo que fuese debía pasar por ella.
Cuando el grupo llego cerca del lugar donde se ocultaba el hombre, todo sucedió en apenas unos segundos acompañado de un relámpago, el hombre salto degollando al guardia que tenia mas cerca, sus movimientos eran ágiles y silenciosos, bailaba sobre sus pies girando de un lado a otro, mientras su espada culminaba el trabajo, cuando todos los guardias fueron asesinados, destruyo las cadenas que unían a la columna.
- Ahora sois libres, podéis ir donde queráis-
Al decir estas palabras la masa se disperso corriendo en todas direcciones agradeciendo a su salvador, pero una figura no se movió del sitio tan solo se limito a clavar la mirada en el arma del hombre.
- Que miras muchacho, si sigues mirando así mi arma, pensare que quieres robármela.
El chico ni se inmuto, mantenía los ojos en el filo manchado de la gran espada, sus pupilas se contraían por el reflejo del sol en el metal, apenas parpadeaba y su respiración era continua y lenta casi ausente. El hombre se sintió ofendido, tan ofendido como un marido que observa como el resto mira con lujuria a su mujer, pues para un caballero su espada era algo mas que un arma de matar, era su compañera, su amiga, una parte mas de su cuerpo. Con un movimiento rápido hacia el chico puso la punta del arma cerca de su cara, el joven tan solo bizqueo, sin apartar la mirada de la punta. El hombre le miraba incrédulo, nunca en toda su vida nadie y menos un chico tan joven había mantenido la compostura frente a el de esa manera. El chico por fin realizo alguna acción que no fuera mirar la espada. Aparto lentamente la mirada del arma para mirar al hombre directamente a los ojos, clavándole la mirada con sus ojos esmeralda, poso dos dedos de su mano derecha sobre el filo del arma, haciendo que poco a poco el hombre bajara la espada.
- Perdonarme si os ofendí, tan solo quede maravillado ante tal obra de arte- la voz del chico sonaba dulce e infantil, signo de que apenas había comenzado a madurar.
- Tranquilo chico, ahora ya eres libre puedes irte donde te plazca.
El hombre se giro sobre sus talones y comenzó a caminar hacia los arbustos de donde había surgido, pero el chico mantenía su posición, seguía con la mirada al hombre.
- ¿Cómo os llamáis? Creo que es justo saber el nombre de mi salvador- el hombre se detuvo y lanzo un breve suspiro al aire. Por lo general la gente a la que salvaba tan solo daba las gracias y se marchaba, nunca actuaban como el chico.
- Luther, ese es mi nombre- continuo su camino hacia la maleza, cuando llego aparto su melena blanca de la cara y rebusco entre los arbustos algo, finalmente saco un gran zurrón, envaino el arma en su espalda y anudo el zurrón en su cintura, llevando dos dedos a su boca lanzo un suave silbido, al poco tiempo un caballo marrón, cabalgaba rápidamente hacia su amo. Cuando Luther monto sobre sus grupas, miro de nuevo atrás, el caballero juraría que no se había movido en absoluto de su posición.
- ¿Qué haces hay quieto? ¿Acaso quieres que la noche se te eche encima y seas devorado por las fieras? Vuelve con tu familia, vuelve a tu hogar.
- Como queréis, señor que vuelva a mi hogar si no se donde estoy, los esclavistas me secuestraron cuando apenas tenia 7 años e pasado toda mi vida desde entonces en lo mas profundo de una montaña picando el mineral.
Luther examino entonces el cuerpo del chico, en efecto había trabajado, sus músculos eran fibrosos y fuertes. En parte le recordaba a el de joven, desde que entro en el gremio de caballeros con 6 años se había entrenado en el arte de la espada.
-¿Dónde vivías?- pregunto el caballero, mirando al chico.
- Carnomar señor, mi padre era el carnicero del pueblo y mi madre… bueno de mi madre no tengo recuerdos.
El caballero pronto se compadeció del joven, la compasión era un sentimiento que experimentaba pro primera vez, el uno de los mejores caballeros del gremio, el que había asesinado a infinidad de personas, hasta tal punto que ni una mueca surcaba su rostro, ni un solo sentimiento inundaba su corazón cuando mataba.
Capitulo 1: El despertar.
Las nubes se arremolinaban en el cielo, lanzando de vez en cuando algún que otro relámpago seguido segundos después de un estruendoso trueno, una fila de veinte personas caminaban atadas con cadenas, junto a ellos montados sobre sendos caballos unos hombres armados apremiaban su marcha, golpeando a los rezagados con el mango de la lanza.
Entre gritos e insultos degradaban a los pobres, sus ropas estaban destrozadas y la mugre cubría sus rostros, en la fila viajaba un chiquillo que clavaba su mirada en el suelo mientras intentaba no escuchar los insultos que le dirigían, rezando a Beriant, porque pusiera fin a su tormento, de vez en cuando alzaba su mirada para contemplar el desolado paisaje que los rodeaba.
Oculto entre la maleza un hombre examinaba la columna, en su mano empuñaba una espada de grandes dimensiones y maldecía por lo bajo a los hombres armados, nadie merecía tal castigo, la esclavitud, era algo que nadie por muy malo que fuese debía pasar por ella.
Cuando el grupo llego cerca del lugar donde se ocultaba el hombre, todo sucedió en apenas unos segundos acompañado de un relámpago, el hombre salto degollando al guardia que tenia mas cerca, sus movimientos eran ágiles y silenciosos, bailaba sobre sus pies girando de un lado a otro, mientras su espada culminaba el trabajo, cuando todos los guardias fueron asesinados, destruyo las cadenas que unían a la columna.
- Ahora sois libres, podéis ir donde queráis-
Al decir estas palabras la masa se disperso corriendo en todas direcciones agradeciendo a su salvador, pero una figura no se movió del sitio tan solo se limito a clavar la mirada en el arma del hombre.
- Que miras muchacho, si sigues mirando así mi arma, pensare que quieres robármela.
El chico ni se inmuto, mantenía los ojos en el filo manchado de la gran espada, sus pupilas se contraían por el reflejo del sol en el metal, apenas parpadeaba y su respiración era continua y lenta casi ausente. El hombre se sintió ofendido, tan ofendido como un marido que observa como el resto mira con lujuria a su mujer, pues para un caballero su espada era algo mas que un arma de matar, era su compañera, su amiga, una parte mas de su cuerpo. Con un movimiento rápido hacia el chico puso la punta del arma cerca de su cara, el joven tan solo bizqueo, sin apartar la mirada de la punta. El hombre le miraba incrédulo, nunca en toda su vida nadie y menos un chico tan joven había mantenido la compostura frente a el de esa manera. El chico por fin realizo alguna acción que no fuera mirar la espada. Aparto lentamente la mirada del arma para mirar al hombre directamente a los ojos, clavándole la mirada con sus ojos esmeralda, poso dos dedos de su mano derecha sobre el filo del arma, haciendo que poco a poco el hombre bajara la espada.
- Perdonarme si os ofendí, tan solo quede maravillado ante tal obra de arte- la voz del chico sonaba dulce e infantil, signo de que apenas había comenzado a madurar.
- Tranquilo chico, ahora ya eres libre puedes irte donde te plazca.
El hombre se giro sobre sus talones y comenzó a caminar hacia los arbustos de donde había surgido, pero el chico mantenía su posición, seguía con la mirada al hombre.
- ¿Cómo os llamáis? Creo que es justo saber el nombre de mi salvador- el hombre se detuvo y lanzo un breve suspiro al aire. Por lo general la gente a la que salvaba tan solo daba las gracias y se marchaba, nunca actuaban como el chico.
- Luther, ese es mi nombre- continuo su camino hacia la maleza, cuando llego aparto su melena blanca de la cara y rebusco entre los arbustos algo, finalmente saco un gran zurrón, envaino el arma en su espalda y anudo el zurrón en su cintura, llevando dos dedos a su boca lanzo un suave silbido, al poco tiempo un caballo marrón, cabalgaba rápidamente hacia su amo. Cuando Luther monto sobre sus grupas, miro de nuevo atrás, el caballero juraría que no se había movido en absoluto de su posición.
- ¿Qué haces hay quieto? ¿Acaso quieres que la noche se te eche encima y seas devorado por las fieras? Vuelve con tu familia, vuelve a tu hogar.
- Como queréis, señor que vuelva a mi hogar si no se donde estoy, los esclavistas me secuestraron cuando apenas tenia 7 años e pasado toda mi vida desde entonces en lo mas profundo de una montaña picando el mineral.
Luther examino entonces el cuerpo del chico, en efecto había trabajado, sus músculos eran fibrosos y fuertes. En parte le recordaba a el de joven, desde que entro en el gremio de caballeros con 6 años se había entrenado en el arte de la espada.
-¿Dónde vivías?- pregunto el caballero, mirando al chico.
- Carnomar señor, mi padre era el carnicero del pueblo y mi madre… bueno de mi madre no tengo recuerdos.
El caballero pronto se compadeció del joven, la compasión era un sentimiento que experimentaba pro primera vez, el uno de los mejores caballeros del gremio, el que había asesinado a infinidad de personas, hasta tal punto que ni una mueca surcaba su rostro, ni un solo sentimiento inundaba su corazón cuando mataba.
Alantor- Miembro activo
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Localización : Madrid
Re: Un proyecto
Tío, no está nada masl, me gusta el estilo y la historia es atractiva, aunque algo vista. Narras bien y te animo a que continúes.
Cual flecha, ésto se ha incado en mi espalda:
Hay no, AHÍ.
Cual flecha, ésto se ha incado en mi espalda:
¿Qué haces hay quieto?
Hay no, AHÍ.
Twig- Big Boss
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Localización : Granada
Re: Un proyecto
jajajaja ya te digo el corrector del word es horrible
Alantor- Miembro activo
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