Escribiendo mi historia

Cuando Jason Miller comprobó el estado de aquel hombre, pudo sentir como el ultimo suspiro de vida se marchaba, Jason, reclamó la hora, para apuntar el momento de la defunción, él pudo ver como la cara de los presentes en aquella sala era de asombro y recelo por la escena vista, nunca pensaron en que lo sucedido ocurriera tan cerca y pudieran vivirlo en primera persona. Todo parecía haberse calmado tras los últimos asesinatos ocurridos en aquella isla, todos recordaron con desasosiego las innumerables muertes que ocurrieron hacía una década.
Cada uno se fue por donde vino, regresando a sus habitaciones de aquella mansión enorme, lo único que dijo Jason antes de que fueran a sus respectivos dormitorios fueron tres palabras.
— Lo han asesinado.

Era una noche lluviosa, cargada de truenos y relámpagos, pocos pudieron dormir por la inevitable imagen del cuerpo sin vida de aquel hombre, la imagen se les repetía una y otra vez en la cabeza para comprender lo sucedido, pero no daban crédito a lo acontecido esa noche, lo más sorprendente fue de la forma en la que lo encontraron, en el suelo, boca a bajo, con la boca y ojos abiertos, en el costado tenia un puñal clavado y alrededor del cadáver un aura de sangre. La primera al ver al difunto fue la asistenta de la mansión, quién hacia su última ronda para más tarde volverse a sus aposentos.

A las doce en punto de la noche, Jason y su ayudante William Hoffman, que llevaron el cuerpo a una habitación desocupada por huéspedes en la que le hicieron la autopsia al hombre fallecido, dedujeron que murió tras cuatro puñaladas en el costado izquierdo y que murió dos minutos después por hemorragias, lo único que no pudieron concretar fue la hora de la muerte, ya que no tenían los utensilios necesarios para ello. Una vez terminada la autopsia, pusieron el cuerpo dentro de una cámara frigorífica, donde los cocineros guardaban los alimentos, para conservar el cuerpo, más tarde, volvieron a sus respectivas habitaciones después de una noche larga e intensa.